domingo, 20 de noviembre de 2005

Mejor entre los mejores


David Nalbandián es un Maestro. Maestro de maestros. Estaba armando los bolsos para sus vacaciones y lo llamaron por teléfono: “¿querés venir a China a jugar un torneíto? Es entre los top ten y algún otro colado, el premio para el ganador son 1 millón y medio de dólares… ah y 150 puntos para el ranking”. Y David pensó “y bue, una semanita más o menos, qué más da, vamos”.
Ese “mini torneo”, la Copa Masters, es para los mejores 8 del mundo tenístico. Gracias a Nadal, Hewitt, Roddick, Safin y Agassi que se retiraron, logró ser convocado el cordobés, y también Mariano Puerta y el chileno González. Una verdadera invasión sudamericana (por no decir argentina…), ya que también habían ingresado Gaudio y Coria.
Pasó la primera ronda tranqui, y le tocó la semi con el ruso Davidenko, de un muy buen año. Jugó muy bien y se clasificó a la final, esa misma que había jugado (y ganado, de paso) Vilas en el ’74. Hasta ahí todo bien, como un cuento de hadas. Pero siempre hay un ogro para amargar el cuento. En este caso era el multicampeón imbatible Roger Federer. Los números asustan, este año 2005: 80 ganados y solo 3 perdidos. Número 1 del mundo con amplia ventaja. Ganador de 11 torneos este año (entre ellos 2 Gran Slam y varios Master Series). O sea, todo bien: llegaste a la final de la Copa Masters y te ganó el mejor de los últimos años. ¿Final? Parecía que si.
Después de dos tie breaks, quedó 2 sets a 0 arriba Federer. Ya está. Me dormí un rato (eran las 7 de la mañana… ¡y de un domingo!). Me despierto, miro el marcador y no lo puedo creer. No, estoy soñando, evidentemente. Estaban empatados en sets, los últimos 6-2 y 6-1 para Nalba. ¡Encima… 4-0 en el quinto!
Ahí parece que me desperté del sueño. Porque Federer quebró el saque del argentino dos veces y se puso 5-4 arriba. El ogro (con cara de buenito) se había enojado. ¡En serio estaba enojado Federer! Pero David no lo dejó festejar. Justo cuando el suizo sacaba para el campeonato, ¡bam! quiebre de Nalba. Las cosas igual y al tie break.
A minutos del final, el argentino se enchufó de nuevo y con toda su fuerza se puso rápidamente 2 a 0. Cuando por fin tuvo su punto para el campeonato (6 a 3), lo pudo definir instantáneamente. Para terminar con el suspenso y el sufrimiento.
Después vino lo que ya todos vieron en los noticieros: la copa de cristal, la cara de depresión de Federer, el Mercedes CLK 350, la firma “vamos Argentina” del campeón, etc. etc.
Un partido increíble y un título muy importante para el tenis argentino. El más importante desde el Gaudio campeón en Roland Garrós 2004. Y aparte de todas las copas y regalos que recibió el cordobés, lo más importante es el título nobiliario: Maestro entre los Maestros.

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